Juan Luis Pons Rubio

Juan Luis Pons Rubio

Doctor en Biología, Técnico y Dinamizador de Medio Ambiente

05 Nov 2024 | Universidad | 0 Comentarios

Susana Oubiña: Me he ido de mi pueblo como veinte veces por falta de oportunidades, ahora tengo la oportunidad de quedarme y generarlas.

Susana Oubiña: Me he ido de mi pueblo como veinte veces por falta de oportunidades, ahora tengo la oportunidad de quedarme y generarlas.

Emprendimiento rural. Repoblación y sostenibilidad. Nomadismo Digital y Turismo | España

En la actualidad está desarrollando un proyecto sobre nomadismo digital y turismo, investigando las posibilidades de repoblar el medio rural y desestacionalizar el turismo de masas.

Sus líneas de trabajo se centran en:

– Investigación en nomadismo digital y turismo.
– Análisis de tendencias, motivaciones y características.
– Conceptualización del nómada digital como turista.
– Evaluación del impacto del nomadismo en el desarrollo turístico de los destinos y la industria de turismo.
– Recolección de datos primarios a través de entrevistas y encuestas.
– Redacción y publicación de artículos científicos

¿Cómo conceptualizas al nómada digital en el contexto del turismo? ¿De qué manera se diferencia de otros tipos de turistas?

A día de hoy no se ha llegado a un consenso para identificar a los nómadas digitales como turistas. La mayoría de los estudios se centran en aspectos laborales más que turísticos. No obstante, teniendo en cuenta que los viajes son una parte constitutiva de su estilo de vida y la importancia de este colectivo dentro del sector turístico, es necesario tenerlos en cuenta como turistas y diferenciarlos de otro tipo de viajeros.

La primera vez que se utilizó el término “nómada digital” fue en 1997, acuñado por los investigadores Makimoto y Manners, aunque no se referían directamente a ellos como turistas o viajeros sino como “profesionales que llevan a cabo sus tareas laborales desde cualquier ubicación con acceso a internet”.

Dentro de estos profesionales podemos distinguir por un lado a los trabajadores en remoto con flexibilidad geográfica que no viajan, sino que realizan su trabajo desde su casa o ciudad.

Por otro lado, los trabajadores que conservan su residencia, pero realizan viajes frecuentes. Finalmente, los que están comprometidos con una vida nómada y no tienen residencia fija. Estos dos últimos con movilidad constante serían los más interesantes para el sector turístico y los que se podrían conceptualizar como “nómadas digitales”.

Algunos investigadores califican al nómada digital como un nuevo tipo de turista de negocios. La principal diferencia radica en el propósito del viaje. El nómada digital viaja mientras trabaja y son flexibles en cuanto a los destinos, no es necesario que viajen a un lugar en concreto para llevar a cabo su trabajo. Por el contrario, el turista de negocios viaja por trabajo y debe elegir destinos específicos para trabajar.

Los nómadas digitales se desplazan entre lugares impulsados por la búsqueda de una buena vida y experiencia más que por oportunidades de negocio o exigencias de su trabajo.

El nómada digital no es un turista tradicional, sino un profesional que aprovechando la tecnología puede realizar su trabajo de forma remota desde cualquier lugar y utiliza esta libertad para explorar el mundo.

En este sentido, cuando llegan a un destino su comportamiento corresponde más al de un local que al de un turista. Buscan sumergirse en la cultura local y en el estilo de vida del destino al que viajan. Suelen permanecer una media de 1-3 meses en el destino y eligen establecimientos adaptados a sus necesidades, como colivings o apartamentos/habitaciones privadas que alquilan a través de plataformas digitales.

El turista tradicional viaja en su periodo de vacaciones mientras que el nómada digital adopta los viajes como parte de su vida, viajando constantemente sin esperar a programar sus vacaciones ya que lleva su trabajo dentro de un ordenador a cualquier parte.

A la hora de elegir un destino, el interés y la necesidad del nómada digital es totalmente diferente a la del turista tradicional. El turista nómada digital no se fija tanto en los atractivos turísticos del lugar, sino que busca un destino que ofrezca rápida conexión a internet, en el que el coste de vida sea asequible, que ofrezca espacios de coworking/coliving para poder hacer comunidad y realizar actividades de ocio.

En tu investigación, ¿qué tendencias principales has identificado en el comportamiento y las motivaciones de los nómadas digitales?

El mercado de los nómadas digitales como turistas es bastante incipiente y cuesta identificar tendencias de comportamiento.

En los últimos años, el nomadismo digital ha crecido a pasos agigantados impactando el sector turístico que aún no está preparado para atender esta demanda emergente. De momento, parece que se sigue la inercia del turismo tradicional y la demanda de nómadas digitales se dirige a destinos ya consolidados y masificados que son los que a día de hoy están más preparados también a nivel de infraestructura y servicios.

El turista nómada digital tiene unas necesidades muy particulares (especialmente demanda internet de alta velocidad y busca comunidad y actividades) que solo las ve cubiertas en grandes ciudades, destinos consolidados o en espacios privados como los colivings.

En España, destinos turísticos como las Islas Canarias, Valencia o Málaga y las grandes ciudades como Barcelona o Madrid, son los que, aprovechando su posición en el sector, están recibiendo más turistas nómadas digitales.

En relación a las motivaciones del nómada digital, hay varios estudios científicos que coinciden en identificar “la libertad” como la semilla del nomadismo digital, que ha brotado y crecido especialmente durante y postpandemia. El hecho de estar confinados hizo que más personas se replantearan su forma de vida y su futuro.

Con las posibilidades de trabajar de forma flexible desde cualquier parte, la población se empieza a plantear ¿por qué permanecer en casa trabajando si puedo viajar y trabajar desde cualquier parte? Así, los trabajadores capitalizan el teletrabajo como una vía de escape para salir de la rigidez del entorno laboral convencional, escapan de la presencialidad y evitan encerrarse en las cuatro paredes de una oficina.

No obstante, el ansia de libertad de los nómadas digitales choca con la necesidad básica de pertenencia. La tendencia es que los nómadas digitales empiezan el primer año viajando constantemente, moviéndose cada semana o quince días de ciudad y de pronto empiezan a no sentirse cómodos con esa situación y reducen la asiduidad de sus viajes, cambiando de destino cada tres o cuatro meses.

A partir del tercer año, lo habitual es que elijan un destino como base en el que permanecen seis meses y dediquen los otros seis meses del año a viajar. Los humanos siempre necesitamos un lugar al que llamar “hogar”, dónde se sentirnos integrados y tener la sensación de pertenencia.

¿Cómo puede el nomadismo digital contribuir a la desestacionalización del turismo en destinos tradicionales? ¿Has observado casos exitosos en este aspecto?

Esta pregunta me lleva al origen y sentido de mi tesis. Estamos ante una oportunidad única para el sector turístico, se calcula que hay 35 millones de nómadas digitales en 2024 y se espera que en diez años alcancemos el billón de nómadas digitales. Con la potencialidad de que este creciente nicho de nómadas digitales es un “nicho sin temporada”, no se ciñen a un periodo concreto del año, sino que viajan constantemente.

Si conseguimos unir al sector público y privado, trazando una buena estrategia turística, podemos por un lado dirigir el flujo turístico hacia nuevos destinos para aligerar el consumo de recursos en los destinos más masificados y por otro lado desestacionalizar el turismo.

Esta desestacionalización repercutiría positivamente en el medio ambiente y la generación de empleo más estable, con el consecuente desarrollo económico de los destinos. Recordemos que, a día de hoy, hay zonas turísticas en España fuertemente afectadas por la estacionalidad de la demanda turística, concentrada principalmente en dos o tres meses estivales.

Lamentablemente, aun no se puede hablar de casos de éxito en los que el nomadismo digital haya conseguido desestacionalizar el turismo en un destino. Los proyectos dirigidos a nómadas digitales que están funcionando son todavía pequeños y en general promovidos por un propietario de un coliving o algún acuerdo con una entidad municipal que ve el potencial de este mercado.

En Madeira, el proyecto de Digital Nomads ha tenido éxito uniendo el sector público y privado, con espacios de coworking gratuitos y una gran oferta de alojamientos y actividades. La población local más joven, que se había trasladado a Lisboa u otras ciudades portuguesas ante la falta de oportunidades en la Isla, están regresando y poco a poco repoblando la isla logrando mantener la actividad durante todo el año.

El objetivo principal de mi investigación es crear un proyecto para desestacionalizar destinos y repoblar zonas rurales a través de este nuevo mercado de turistas nómadas digitales. Estoy analizando sus características y necesidades a través de entrevistas y encuestas para poder ofrecerles algo atractivo y adaptado sus necesidades. Evidentemente también hay que evaluar los puntos fuertes y débiles del destino para ver su viabilidad.

Todo destino que quiera posicionarse en este nicho de mercado, tiene que tener claro que una rápida conexión a internet es imprescindible, unido además a una buena accesibilidad por transporte público, alojamientos con alquiler flexible y asequible, espacios para hacer networking y actividades de ocio.

En términos de sostenibilidad, ¿qué impacto tienen las estancias prolongadas de los nómadas digitales en la economía local de destinos rurales o poco desarrollados?

Partimos de que el turista nómada digital tiene bastante conciencia medioambiental y que busca generar un impacto positivo en la comunidad donde se instala.

Generalmente su estilo de vida en el destino corresponde más al de un local que de un turista. No es un visitante diario, sino que permanece un tiempo en el lugar. En su afán de relacionarse con la comunidad local, huye de servicios y productos estandarizados, busca la autenticidad y elige consumir a diario en los comercios locales.

Según las últimas estadísticas, el salario medio de un nómada digital ronda los 124 mil euros brutos al año. Un destino rural o poco desarrollado que adecue su infraestructura para atender las necesidades de los nómadas digitales, verá fortalecida su economía gracias a este tipo de viajero con alto poder adquisitivo, conciencia medioambiental y proactivo en mejorar los destinos que visita.

El nómada digital como turista está abierto a actividades/experiencias en el entorno que generen un impacto positivo. Participa de forma activa en iniciativas sociales y medioambientales. Cuando el destino ya tiene una pequeña comunidad de nómadas digitales, incluso son ellos mismos los que proponen acciones de mejora.

Desde tu experiencia, ¿qué rol pueden jugar los gobiernos locales, regionales y nacionales en la regulación y promoción de este tipo de turismo?

Desde mi punto de vista, los gobiernos han partido con una perspectiva equivocada. Durante y tras la pandemia COVID-19, la estrategia de los gobiernos se basa únicamente en flexibilizar los visados para facilitar la entrada de viajeros. Sin embargo, las visas no son consideradas un factor condicionante a la hora de que estos viajeros elijan un destino.

Los gobiernos deberían investigar las necesidades de estos nuevos turistas para, como país o destino, poder ofrecerles un producto y servicio que se adapte a estas necesidades.

Algunos gobiernos autonómicos aquí en España ofrecen dinero a los nómadas digitales si se quedan dos años en el territorio. Otros gobiernos locales lanzan promociones dirigidas a los nómadas digitales como si fueran turistas tradicionales.

Si los gobiernos conociesen en realidad al turista nómada digital, sabrían que el “vente a trabajar al pueblo más bonito de España” no funciona, ya que este tipo de turistas no se fijan tanto en los atractivos turísticos del lugar, tienen otras necesidades. Tampoco permanecerían dos años en el mismo sitio por un incentivo económico, como su nombre indica, son nómadas.

Este año 2024, España ha sido considerado como el destino favorito de los nómadas digitales a nivel mundial. Hay un potencial increíble y estamos todavía a tiempo de implementar una estrategia para gestionar esta demanda de nómadas digitales de forma que genere un impacto positivo en el país.

Necesitamos que los gobiernos apoyen la investigación y proyectos profesionales, además de crear alianzas con el sector privado. Con un poco de apoyo público, podemos redirigir la demanda a zonas más despobladas, evitando la masificación en ciudades y contribuyendo a revitalizar zonas rurales.

¿Cómo ves la evolución del nomadismo digital en los próximos años y su impacto en la industria turística global?

A día de hoy, estamos en un punto de inflexión clave para poder atender la demanda de nómadas digitales y gestionarla de forma eficiente. El turista nómada digital tiene unas necesidades particulares que de momento sólo pueden cubrir las grandes ciudades, destinos turísticos consolidados y lugares creados especialmente para ellos como coworkings y colivings.

Espero que haya diálogo entre entidades públicas y privadas para implementar estrategias que beneficien tanto a los nómadas digitales como a la población local.

El nomadismo digital no debería seguir la línea del turismo de masas, con consecuencias negativas como la gentrificación o el agotamiento de recursos. De hecho, esta demanda de nómadas digitales debe redirigirse a zonas rurales donde pequeños emprendedores tengan la oportunidad de abrir coworkings/colivings y construir una comunidad que genere un impacto local positivo.

En mis entrevistas con algunos nómadas digitales más “experimentados” identifico ya cierto cansancio, algunos investigadores empiezan incluso a mencionar el término “travel burnout”, traducido sería como “estar quemado de viajar”.

El viaje que comienza con una necesidad de libertad, con la motivación de vivir en unas vacaciones constantes; se trunca con la soledad, la falta de pertenencia y el agotamiento de estar buscando siempre un nuevo “hogar prestado”. Posiblemente, esto derive en “seminómadas digitales” que establezcan su base en entornos rurales asequibles en los que puedan vivir mitad del año y dediquen la otra mitad del año a conocer nuevos entornos.

¿Qué es para Susana Oubiña el turismo sostenible?

A lo largo de mi carrera he estudiado el concepto de “turismo sostenible” y todas sus variantes demasiadas veces. Mucha teoría que no se ve reflejada en la práctica diaria de destinos y visitantes.

Vivo en una zona turística muy estacional y en los meses de verano parece que todo es válido. No hay ninguna práctica sostenible.

El sector turístico busca aprovechar los tres meses de afluencia para generar la mayor rentabilidad y poder mantenerse el resto del año. Los visitantes buscan disfrutar “sin restricciones” de su periodo de vacaciones y liberarse en unos días de todo el estrés acumulado durante el año. Dentro de este “cóctel molotov” lleno de demasiadas necesidades individuales es muy complicado hablar de sostenibilidad.

Esto no significa que, en el medio de la vorágine, no haya personas y empresas que apuesten e inviertan en hacerlo lo más sostenible posible. Lamentablemente todavía son pocas las que su conciencia medioambiental esté por encima de sus necesidades básicas.

Por este motivo creo que debemos apostar por otro modelo de turismo que sea sostenible a largo plazo. Para mí, el turismo sostenible es una relación entre las personas y el destino (en el que habitan también personas) en el que las dos partes ganan.

Los turistas o viajeros tienen la oportunidad de vivir una experiencia en un nuevo lugar y nutrirse de toda la riqueza cultural, social, gastronómica, natural del destino. El destino de acogida recibe a cambio una contraprestación económica que contribuye a mantener la población local y conservar el entorno. Y todo esto, sin olvidar la riqueza intrínseca de la interculturalidad que se genera.

Desde pequeña estoy muy ligada al sector turístico y ha llegado el momento de aportar mi granito de arena y explorar todos mis recursos para elaborar un proyecto que ayude a promover un turismo sostenible. El nomadismo digital es un nicho sin temporada que representa una oportunidad única para desestacionalizar el turismo, aligerar los recursos naturales, desmasificar destinos y repoblar zonas rurales.

…Me he ido de mi pueblo como veinte veces por falta de oportunidades, ahora tengo la oportunidad de quedarme y generarlas.

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