Javier García Caro: Sería realmente feliz si el que yo denomino «turismo del selfie», que tan en auge ha estado en los últimos años, fuera dejando paso a un turismo más consecuente.
Guía local en Florencia | Italia
Muchos años de trabajo en el sector y la titulación oficial de guía local avalan su experiencia, que convierten esta, su profesión, en una auténtica vocación, donde más que simple guía intenta ser un compañero de viaje, que no solo ilustra, sino que además intenta que el turista se sienta como en su casa.
Descubrir cuales son las necesidades del viajero se convierte para Javier en una aventura realmente placentera. Su empeño por integrarle en la ciudad es continuo, para que se sienta casi, como Miguel Ángel o Leonardo, como un auténtico Florentino, como el viajero que disfruta y siente una ciudad como suya por unos días.
Javier, cuéntanos un poco sobre tu trabajo, experiencia y actividad actual.
Actualmente mi trabajo es el de guía local de Florencia, ciudad en la que resido desde hace unos años.
Mi experiencia en el mundo del turismo ha oscilado inicialmente entre el trabajo de oficina y el servicio de acompañamiento de grupos, hasta que finalmente y por más de 20 años me he dedicado a esta última actividad, y en la que de vez en cuando sigo haciendo incursiones con mucho placer, pues quizás una de las partes que más me gusta de mi trabajo es conocer gente nueva y el hecho de poder desarrollar una profesión al aire libre.
El trabajo de guía local en Florencia es actualmente mi ocupación exclusiva, aun cuando también me muevo en toda la región que rodea esta maravillosa ciudad, la muy conocida región de la Toscana.
¿Cómo crees que ha influido la pandemia en los hábitos de los turistas? ¿y en los de vuestros clientes?
Sinceramente creo que tendremos que esperar un poco más para calibrar verdaderamente en qué modo ha influido la pandemia en ciertos aspectos del sector turístico.
De entrada, ha influido en el hecho de la reducción de aforos por parte de museos, monumentos, restaurantes, etc., lo que limita el número de visitantes posibles y en la mayor demanda de servicios privados y menos de grupos.
El turista, en mi opinión, es más reacio ahora mismo a optar por destinos de larga distancia y elige destinos más cercanos. En ese sentido Florencia y en general toda Italia se beneficia de esta situación con el turismo europeo además de tener una buena campaña de vacunación, que proporciona una cierta estabilidad en relación a la Covid y da una seguridad al turista.
Cuéntanos, desde tu perspectiva de residente en Florencia, si percibes que la ciudad tiene una respuesta clara por la sostenibilidad en el turismo. Por ejemplo, en el uso de energías limpias, la conservación de sus paisajes, cultura y costumbres de sus gentes, la utilización de productos de proximidad en su gastronomía, etc.
Florencia es de por sí una ciudad protegida al ser Patrimonio de la Humanidad, pero que lucha continuamente por mantener el equilibrio entre una ciudad habitable que no pierde su esencia y una afluencia masiva de visitantes que acuden cada año a descubrir sus encantos.
En Florencia se ha fomentado el uso del transporte ecológico de uso individual como monopatines, bicicletas eléctricas, etc.
También se han creado nuevas líneas de tranvía y transportes como el taxi son ahora en su mayoría de tipo eléctrico, así como muchos autobuses urbanos.
A esto se une que en la cultura local está muy arraigado el uso de la bicicleta, y que además la ciudad lo permite, pues en su centro urbano la ciudad es bastante llana y el carril bici está cada vez más presente, así como son también numerosas las zonas peatonales sobre todo en el centro histórico.
El florentino suele tener bastante inclinación al uso de productos locales, como el vino o el aceite que se producen en esta zona, así como distintos tipos de fiambre y quesos toscanos, y por supuesto hortalizas y frutas.
Son muy habituales los mercados, que van cambiando emplazamiento dependiendo del día, donde uno puede comprar frutas y verduras de la zona directamente de los agricultores y ganaderos que los producen.
Si somos turistas que deseamos vivir una experiencia de turismo sostenible en Florencia totalmente genuina, ¿qué nos recomendarías hacer?
Comenzaría por no elegir la temporada de mayor afluencia de visitantes, que iría de marzo a final de octubre.
De noviembre a febrero uno puede encontrar una ciudad más vacía y relajada, y además con precios definitivamente mejores en lo que alojamiento se refiere. Incluso algunos museos como los Uffizi bajan el precio de sus entradas en estas fechas.
Es interesante además conocer museos y monumentos fuera del recorrido habitual, que en Florencia y en Toscana son numerosos y alejarse un poco de los habituales lugares de visita.
También intentar conocer los productos locales, talleres de artesanos y por supuesto adquirir sus productos fomentando la economía local.
Lamentablemente el pequeño comercio que vende este tipo de producto no puede hacer frente a las grandes cadenas sin la inestimable ayuda de los millones de turistas que visitan la ciudad, que podrían jugar un papel determinante al respecto.
¿Alguna anécdota sorprendente en alguno de tus tours por la ciudad que se pueda contar?
Para escribir un libro. Sería imposible enumerarlas todas, pero son habituales los cambios de nombre de monumentos, como el Ponte Lecquio en lugar del Puente Vecchio o la Plaza de la Señorita en lugar de la Plaza de la Signoria, o confusiones con la ubicación, como cuando alguien me ha preguntado que donde podía hacer el paseo en góndola a buen precio (Venecia) o cuanta costaba entrar a ver la Gioconda (París).
También casos más concretos como un simpatiquísimo cliente de un lejano país, al hablarle de que ciertas esculturas monumentales que se encuentran en la calle son originales y joyas de la historia del arte, me preguntaba que a qué hora las colocaban allí por la mañana, porque en su ciudad era imposible que pasaran allí una noche entera sin que nadie se las llevara.
Insistiéndole en que estaban siempre allí, día y noche, creo que regreso a casa sin creerme del todo.
¿Cómo piensas que será el turismo postpandemia?
Pues me gustará creer que algunas cosas podrían haber cambiado para mejor, pero también creo firmemente que el ser humano es de memoria frágil y aprende, pero olvida con una facilidad pasmosa.
Creo que los aforos continuaran siendo más limitados, que el cliente inicialmente optará por un turismo más de cercanía y que el viajar en grupos excesivamente numerosos de momento tardará en volver una realidad, como lo fue hasta inicio de 2020.
Yo sería realmente feliz si el que yo denomino «turismo del selfie», que tan en auge ha estado en los últimos años, fuera dejando paso a un turismo más consecuente.
¿Qué es para Javier García Caro un destino turístico sostenible?
Personalmente soy muy partidario de lo que ahora se denomina «slow tourism», turismo lento, con calma.
No entiendo visitar una ciudad como Florencia en una sola jornada. Lugares como este es necesario saborearlos, observarlos desde distintos ángulos, conociendo no solo sus lugares más emblemáticos, sino los del día a día.
Algo que yo suelo hacer habitualmente con mis clientes cuando hay tiempo es llevarlos al mercado, explicarles lo que comemos, qué es cada cosa, de dónde provienen y hablar en cada época del producto de temporada e incluso les doy recetas para que prueben.
También es pararse a tomarse un café en la barra de un bar típico o un vino en una antigua taberna y observar también como se mueve y actúa la gente que vive aquí.
Me gusta mostrarles la artesanía típica, que es sin duda una parte fundamental de la cultura del lugar.
Intento proponer museos o lugares cuando el cliente lo permite que queden fuera de las rutas habituales y que esconden verdaderas joyas.
Y por experiencia debo decir que cuando un itinerario clásico se combina con este tipo de experiencia el resultado es más que satisfactorio para el visitante.
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