¿Cómo nació la idea de Karetta Maluca?

Estuve viviendo en Australia, donde me enamoré del mundo del vino y descubrí una bodega que, por cada botella que vendía, donaba un litro de agua potable a una persona durante un año en un país africano.

Por otro lado, soy Bióloga y la parte de la biología que más me fascina es la conservación de especies.

Cuando volví a Barcelona a finales de 2021, y después de estar trabajando un mes como bióloga, pensé «por qué no fusionar mis dos pasiones; la conservación de especies y el vino».

Cuando la idea se estaba gestando, conocí a Lavin, experto en start-ups. Le encantó la idea, empezó a involucrarse muchísimo y juntos creamos Karetta Maluca.

«Salvar animales bebiendo vino» es un lema muy poderoso. ¿Cómo ha sido la acogida de esta iniciativa tanto por parte de los consumidores como de las ONGs con las que colaboráis?

En las ferias la gente siempre se acerca preguntándonos qué significa esta frase haha. Realmente quisimos simplificar en una frase lo que hacemos, de manera clara y directa.

La acogida por parte de los consumidores ha sido genial, ya que es algo diferente y, tanto el vino como los proyectos que hay detrás tienen mucha historia que contar. Son historias que emocionan.

Por otro lado, colaboramos con ONGs con las que tenemos una relación súper estrecha y sabemos que necesitan ayuda. Por ejemplo, en 2015 fui voluntaria de la ONG de Cabo Verde para proteger tortugas marinas, a la que ahora ayudamos a través del Blanco Seco, con el Tinto Joven colaboramos con Birds Friends, asociación coordinada por una amiga mía de la universidad, etc. Con todas tenemos una relación muy personal.

¿Cuántas especies en peligro de extinción habéis logrado apoyar hasta ahora y qué impacto han tenido las donaciones en estos proyectos de conservación?

Llevamos 2 años y medio y hemos logrado apoyar 6 proyectos de conservación: Delfín Franciscana en Sudamerica, Tortuga marina en Cabo Verde, Loro gris en Senegal, Coral rojo del Mediterráneo, Tigre en la India, Koala en Australia y avanzo por aquí, en primicia, que ¡vendrán más!

Karetta Maluca trabaja con cooperativas de vino. ¿Cómo impacta esto en la sostenibilidad del proyecto desde un enfoque social y económico? ¿Qué beneficios tiene esta colaboración para los productores locales?

Nuestros cinco vinos se elaboran en una cooperativa de bodegas, eso permite crear economía alrededor de 300 agricultores que trabajan las tierras y que el «poder» económico no esté en una sola mano.

Es un modelo horizontal que promueve la producción local. Es justo la filosofía de Karetta Maluca.

¿Qué estrategias habéis seguido para lograr que más de 50 establecimientos en España ofrezcan Karetta Maluca en sus cartas?

De hecho ya estamos en alrededor de 150 establecimientos, entre ellos cinco restaurantes de Estrella Michelin.

Nuestra estrategia ha ido evolucionando, primero empezamos con pequeños restaurantes, principalmente plant-based, y ahora estamos en conversaciones con grandes hoteles.

Utilizamos mucho el email para contactarles, y cuando hacemos la degustación, es cuestión de conectar personas con la causa y con el vino.

Lo que nos gusta es que, al fin y al cabo, todo son relaciones con personas; si a la persona responsable del hotel o restaurante le importa la protección del medio ambiente y le gusta nuestra línea de vinos, ofrecerá Karetta Maluca.

Además de vender vino en restaurantes y tiendas, ofrecéis catas como experiencia turística. ¿Cómo son estas catas y qué las hace diferentes de una cata tradicional?

Nos encanta hacer catas y explicar las causas detrás de cada botella ¡se crea mucha magia! Son catas que sirven, no tan solo para descubrir vinos mediterráneos bastante singulares, sino también para conocer el estado en el que están diferentes especies en peligro de extinción, sus amenazas y cómo podemos ayudar a frenar su extinción.

Hacemos catas exclusivamente en restaurantes que son clientes o en eventos puntuales.

¿Qué es para Carla Marsà el turismo sostenible?

Para mi, el turismo sostenible es aquel que encuentra el equilibrio entre el desarrollo económico, la conservación del medio ambiente y el bienestar de las comunidades locales.

No se trata solo de minimizar impactos negativos, sino de generar un impacto positivo real en el destino, contribuyendo activamente a su conservación y desarrollo.

Desde una perspectiva estratégica y de branding, el turismo sostenible no es solo una tendencia o un “nice to have”, sino una oportunidad para que las empresas del sector diferencien su propuesta de valor.