Estamos siendo espectadores a nivel global que la actual crisis sanitaria va acompañada de una crisis económica, ¿qué recetas puedes recomendar desde el prisma universitario a las administraciones públicas y a las empresas para hacer frente a esta situación?

Bajo mi punto de vista, no es suficiente analizar esta crisis bajo el binomio sanidad/economía, sino que debemos considerar el aspecto social en el que se ha producido, para poder entender qué ha pasado y cómo establecer estrategias para poder solucionarlo.

La globalización ha puesto el mundo en nuestras manos y nos hemos lanzado a descubrirlo con nuestros viajes y a “conquistarlo” con nuestras empresas, sin considerar el perjuicio que supone no llevarlo a cabo con responsabilidad o, lo que es lo mismo, de manera sostenible.

Diariamente, nos llegan noticias de diversas estrategias diseñadas para una recuperación económica por parte de entes públicos, consistentes, la mayoría de las veces, en políticas fiscales más laxas, financiación pública accesible a pequeñas y medianas empresas, moratorias temporales en el pago de impuestos, etc. Sin duda, soluciones efectivas en sociedades desarrolladas.

Hemos conseguido crear una vacuna en tiempo récord, volver con más ganas haciendo que nuestras empresas, servicios y productos sean más creativos y renovados. Hemos sido capaces de digitalizar nuestras vidas y trabajos para adaptarnos a una “nueva normalidad”, para poder seguir viajando, conociendo, emprendiendo, disfrutando…
Pero ahí está el error: “Hemos”.

En mi opinión, nuestro futuro depende de nuestro apoyo a los países más desfavorecidos. Pero, no solo sanitariamente con la distribución de vacunas para acabar con esta pandemia (recordemos que hay otras enfermedades como el ébola, la malaria, el sida, etc.), sino con ayuda para el desarrollo de su talento y la gestión de sus recursos locales, lo que conllevaría al fortalecimiento de sus economías y repercutiría en otros aspectos como una menor emigración, de la que tanto nos quejamos y a la que en muchas ocasiones atribuimos, erróneamente, la expansión de enfermedades.

El egoísmo no cabe en una sociedad global porque acaba por afectar a todos y cada uno de sus integrantes, y esta pandemia es el mejor ejemplo.

Desde mi punto de vista, la solución comienza por primar el humanismo y la responsabilidad social, a partir de ahí la recuperación será efectiva, antes o después, con las diferentes estrategias que estamos adoptando.

¿Cuál es el papel de la educación en el proceso de transición hacia la sostenibilidad?

Es absolutamente fundamental. Desde los niveles educativos más básicos debemos contribuir a hacer cotidianas las prácticas de respeto al medio ambiente en nuestros niños y adolescentes, y fomentar en ellos el conocimiento de sus propios valores culturales para lograr su conservación.

En la actualidad, numerosas investigaciones apuntan a que estamos tendiendo a anular aquello que nos diferencia, uniformando nuestra forma de actuar, vestir, producir, construir, vender.

Nuestras ciudades se parecen cada día más e incluso algunas de nuestras áreas naturales, que en ocasiones acaban poblándose de especies foráneas que dañan a las especies endémicas, destruyendo ecosistemas y paisajes tradicionales.

Educar en la salvaguarda de los aspectos naturales y culturales que nos diferencian, es el futuro.

A nivel universitario, es importante poder seguir investigando y lograr transferir a nuestras instituciones y empresas el resultado de los numerosos estudios que se están realizando, y que marcan la clara tendencia de una necesidad de gestionar eficaz y responsablemente nuestros recursos para la consecución de un futuro sostenible.

En nuestro sector, el Turismo, es imprescindible que nuestros estudiantes desarrollen un espíritu crítico y comprometido con los valores patrimoniales. Muchos de ellos serán los planificadores y gestores de los destinos del futuro en un momento en el que viajar es, y probablemente seguirá siendo, la actividad más elegida en el mundo para disfrutar del tiempo libre.

En sus manos estará proteger la diversidad, la autenticidad, aportar calidad a los servicios, permitir que sean accesibles para todo aquel que desee visitarlos, y adoptar medidas para que la experiencia sea igual de positiva para el residente que para el turista.

El futuro de nuestro sector debe estar en manos cualificadas específicamente para su gestión, de ahí la importancia del Turismo como área universitaria. El intrusismo y la desprofesionalización puede seguir haciendo mucho daño, especialmente en nuestro país.

En cuanto a tu faceta de docente como profesora del Grado de Turismo. ¿Qué asignaturas impartes relacionadas con la sostenibilidad turística y cuáles son los objetivos de las mismas?

Imparto diversas asignaturas vinculadas a la Geografía y al Turismo. En cada una de ellas, la sostenibilidad es, para mí, un punto de partida.

En la asignatura “Territorio, turismo y desarrollo sostenible” el objetivo principal es instruir adecuadamente al alumno para el diseño y consecución de planificaciones que aporten un equilibrio social, económico y medioambiental en los diferentes destinos turísticos.

En “Sistema Turístico de Sevilla” se abordan desde el conjunto de infraestructuras turísticas que permiten el desarrollo de la actividad en la ciudad, hasta el análisis de las políticas públicas de sus gestores. Esta asignatura resulta muy interesante para el alumno pues puede observar “in situ” la transformación del paisaje en su ciudad, el cambio de usos en su patrimonio, y demás impactos que la turistificación produce en un destino urbano de éxito como Sevilla.

Por último, en la asignatura de “Tipologías de espacios turísticos”, el objetivo no solo consiste en definir los tipos de turismo según las diversas motivaciones de viaje, sino en analizar cómo éstas se satisfacen en diferentes destinos, lo que permite a los alumnos establecer diferencias positivas y negativas por sí mismos, aprendiendo a distinguir las buenas y malas prácticas de gestores públicos y privados.

La pandemia que estamos viviendo ha tenido un fuerte impacto en el sector turístico. ¿Crees que la preparación actual del alumnado en temas de turismo sostenible puede ayudar, en futuras crisis sanitarias, a disminuir el impacto negativo en los profesionales del turismo?

Pienso que, en un futuro a medio y largo plazo, ayudará.

Esta pandemia debe asumirse como un revulsivo para el sector, debemos cambiar en muchos aspectos, pero, sobre todo, debe empezar a prevalecer la responsabilidad social ante crisis sanitarias de este calibre.

Nuestros alumnos serán futuros cargos públicos o privados que espero tomarán decisiones más coherentes y precisas ante una situación similar, no solo llevando a cabo prácticas más sostenibles aprendidas en la facultad, sino aplicando las actuaciones que han resultado más efectivas en esta pandemia. La experiencia nos debe servir para no volver a equivocarnos.

Cerrar fronteras a tiempo, fomentar la vacunación global, aplicar medidas de seguridad e inspecciones estrictas en la aplicación de protocolos sanitarios, es fundamental, aunque ello conlleve pérdidas económicas a corto plazo, no serán tan graves y duraderas en el espacio y el tiempo.

¿En qué medida crees que el turismo sostenible fomenta la valoración del patrimonio cultural, material e inmaterial?

Yo no concibo la conservación y la valoración del patrimonio sin sostenibilidad.

La explotación masiva de un recurso sin tener en cuenta el mantenimiento de su valor identitario para con la sociedad a la que pertenece, la sobrecarga turística de su espacio o la banalización de sus usos tradicionales, conlleva finalmente su desactivación como valor cultural y, por lo tanto, la anulación de su atractivo como recurso turístico.

Si pensamos en Venecia, desgraciadamente, tenemos un claro ejemplo de la fatalidad que supone no aplicar la sostenibilidad al patrimonio.

¿Qué indicadores aconsejas que se deben tener en cuenta para una planificación turística sostenible?

Antes de nada, hay que considerar que no hay un único modelo de desarrollo sostenible, sino que se deben aplicar diferentes indicadores frente a la diversidad de territorios y panoramas turísticos que se nos pueden presentar en el momento de diseñar y llevar a cabo una planificación efectiva.

Como personalmente me gustan los retos, me gusta analizar en mis investigaciones las áreas y destinos turísticos sobreexplotados o con gran éxito turístico, y generalmente, para ellos, me parecen imprescindibles los indicadores de presión turística, de impacto medioambiental y socioeconómico, de gobernanza y de accesibilidad.

Sin el control de los aspectos que estos indicadores cuantifican, la sostenibilidad es inviable.

¿Qué es para Auxi Comendador Sánchez el turismo sostenible?

Una hermosa meta en la que trabajar para mejorar la excelencia del sector.

Un desafío del que no podemos desvincularnos ninguna de las partes que lo conformamos: instituciones, gestores de infraestructuras, empresas de servicios y Academia.

Si todos trabajamos en ello, el futuro del turismo, y sobre todo de nuestro patrimonio cultural y natural, está asegurado, aportando además prosperidad a las poblaciones locales donde se desarrolle.