En relación con la situación actual que estamos viviendo, ¿cómo crees que está influyendo la pandemia en los hábitos de los turistas?. ¿Cómo piensas que será el turismo después de la pandemia?

La pandemia ha obligado a un cambio de hábitos, se está menos dispuesto a meterse en un avión durante muchas horas, los macrocruceros han perdido atractivo y se medita más la decisión de viajar en general.

La subida de los precios de los combustibles también actúa en contra del impulso viajero.

Yo creo que el turismo postpandémico será más reposado, más reflexivo y, espero, que más responsable con el planeta. El turismo rural y el de naturaleza tendrán más demanda frente a los destinos convencionales y masificados.

De los viajes que has realizado hasta ahora, ¿cuál es el que más te ha impresionado?

El viaje que más me impactó fue el primero que hice a Estados Unidos en 1993 con mi hijo de 16 años.

Nos quedamos en casas de amigos de la red Servas (https://servas.org/es/node ), viajamos en autobús durante 26 horas y utilizamos la fórmula «drive away» para conducir un Ford Probe desde Kansas City al puerto de New Jersey, donde lo iban a embarcar con destino a Hamburgo. Toda una experiencia que nos permitió vivir durante tres semanas en hogares de familias de todo tipo.

¿Alguna anécdota sorprendente de tus viajes que se pueda contar?

Cuando a la salida de Jaca (Huesca) le hice auto stop a un cortejo fúnebre y mi compañero y yo desatamos la ira de los dolientes. Obviamente, fue sin querer, pero el disgusto fue mayúsculo.

Como promotor ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible) y turista, ¿qué recomendaciones podrías dar a otras personas que quieran tener una experiencia turística sostenible?

El primero que no vayan en temporada alta a ningún destino, que utilicen recursos alternativos como Couchsurfing, el intercambio de casas, la red de albergues juveniles, la red Servas y otras opciones que permiten conocer como vive la gente del lugar en su día a día.

Comportarse como lo hacemos en nuestra propia casa, procurando ahorrar agua y electricidad, reciclando, ahorrando y no despilfarrando, probando la cocina autóctona y escuchando su música.

Interesarse por la cultura y los problemas del sitio que visitamos. En definitiva, teniendo curiosidad por lo ajeno y dejando a un lado la nostalgia de lo propio.

Si otra persona te preguntara por un destino turístico sostenible, para visitar, ¿qué lugar le recomendarías?

Estocolmo, Copenhage, Oslo. Pienso que los países que están haciendo más por la sostenibilidad del planeta son los nórdicos.

Aunque en España y en toda Europa hay ya muchos pueblos y ciudades con fuertes compromisos con los ODS y la agenda 2030.

¿Cuál será tu próximo viaje?

Islandia, Noruega, Madeira y las Azores están en la lista de deseos.

¿Qué es, para Ángel Fernández Millán, el turismo sostenible?

El turismo sostenible no lo podemos reducir a una simple etiqueta. Es el resultado de una oferta coherente, honesta con el cliente y ética, en la que deben colaborar estrechamente las administraciones y el sector privado.

Un hotel rural muy cuidado y ecofriendly en un municipio que no depure sus aguas residuales es un sinsentido. Hay ya alojamientos rurales que sufren la cercanía de una macrogranja.

Por su parte, la demanda tiene que ser responsable, exigente con la ecología de su destino, no es responsable, ni sostenible viajar a países que no respeten los derechos humanos, por ejemplo.

No se debe aceptar la primera oferta que nos llegue, lo más barato siempre tiene costes ocultos: malas condiciones laborales, incumplimiento de normas legales, economía sumergida,…